La rutina
Hasta 10 pañales en un día.
Teta cada dos horas.
Alimentación complementaria.
Jornadas de hasta tres horas en un parque.
La hora de la siesta.
La rutina de sueño.
Detrás como cuál escolta.
Y en este punto te preguntas, ¿tendré 60 minutos al día para mí?
Si tu bebe está de menos de un año, tu serás su mayor espectáculo. te observará fijamente desde su hamaca, riendo y moviendo sus manitas y pies. Al tiempo estarás enfrente de él contando las repeticiones de cada serie.
Dándole besos y caricias en los descansos entre series o rondas.
O bueno, tal vez tengas la suerte de que coincida tu hora de entrenamiento con la hora en que hace la siesta. Sabrás lo que es descansar poco y sacar tu entreno a la velocidad de la luz porque sabes que en cualquier momento se puede despertar.
No necesitas tiempo libre. Solo necesitas un plan que funcione.
Por mi culpa por mi gran culpa
Te sentirás mala madre y culpable por cuestiones sin trascendencia, pero nunca te sentirás así por tu “malos” entrenamientos.
Culpa por mi culpa por mi gran culpa.
Esa sensación de que pudiste haberlo evitado.
De ser mejor y no lo fuiste.
La maternidad para mi ha sido un sentir demasiado visceral.
Comenzando porque desde que nació anticipaba finales catastróficos solo cuando otros lo cargaban.
Fue entonces que supe lo que significa liberar cortisol.
El día que se me cayó de la cama.
Por tu culpa por tu gran culpa.
Estaba con el cerebro alerta pero los ojos dormidos. Escuchaba sus gemidos de fuerza, pero el cansancio y los trasnochos no me dejaron despertar.
Reaccione ante un chillido atroz. Salte de la cama y lo vi en el suelo, llorando, recordé en flashback sus gemidos, lo imagine pasando por encima de sabanas y almohadas como quien escala montañas o camina barrios con cuestas imposibles.
Me dije mil cosas, llore, grite, Salí corriendo a la terraza, tome el coche y lo lleve a urgencias.
-bueno, mamá los bebés son de goma. –comentaba la pediatra mientras lo revisaba– Eso es un indicio de que HAY QUE ESTAR MÁS PENDIENTE.
Nunca voy a entender que es estar más.
Mi sensación es que siempre he estado lo más que mi cuerpo y fuerza me permiten. Esa noche no fue así.
El día que lo rasguñó un gato.
Culpa por tu gran culpa.
Veníamos caminando agarrados de la mano.
Él iba del lado derecho y yo por un momento me quede hipnotizada en una tienda que alquilaba motos de bebé y cosas así. Afine la mirada para ver mejor el cartel de los precios.
En ese momento un llanto despavorido, su cuerpo tembloroso, su boca también y un chorro de sangre en su frente, me carcomieron por dentro como si te lijaran el alma. Desgarrador.
Gabriel quedó a la altura de un gato que estaba en un muro, se ve que intento tocarlo y el animal saco las uñas y le dio en la frente y la nariz.
Estuvo con antibiótico los siguientes tres días. No fue tan grave, después la gente de alrededor se acercaba al gato a acariciarlo sin problema.
Nosotros nos fuimos a comer y como dicen que hablar del trauma hace que duela menos. Estuvimos una semana reflexionando e indicando pautas de comportamiento ante animales que vemos por ahí en la calle.
El día de mi cumpleaños que lo quería dormir antes de la fiesta
para bailar más, tomar más y comer mejor.
Si no es que porque los primeros invitados llegaron justo cuando estábamos tumbados en la cama con los ojos entrecerrados, no tendría las mejores fotos de cumple que tengo ahora: su cara de felicidad apagando la vela en mis brazos.
Ese día fue el más hermoso porque mi bebe estuvo despierto.
Me sentí como un combo de McDonald. Una autentica porquería.
Por todas las veces que me como la comida que deja en su plato y luego al rato la está buscando o me dice que quiere más.
Aun así, con mil culpas y con la sensación de ser un espejo ambulante, con su máxima vulnerabilidad encima en su mochilita portabebés, estos dos años me han convertido en mi versión más fuerte, más magra, más humana.
Los paseos interminables en cochecito.
Los libros que te leía dando vueltas a la manzana llena de cuestas inclinadísimas.
Las caminatas sin fin dentro de casa para dormirlo.
Esa época en que te quedabas solo observando como entrenaba.
El hecho de no poder ir a un gimnasio me han llevado a descubrir que con un par de mancuernas, un step, una barra y unos discos es suficiente para hacerte más fuerte con todo y tu bebé encima.
Con un plan de entrenamiento adaptado a ti.
Progresando en los pocos levantamientos que importan e incluyendo de forma estratégica los ejercicios accesorios. Requiere más esfuerzo, pero así como el arte de maternar, al final te darás cuenta de que todo ha valido la pena.
Tu bebe no tiene que ser un obstáculo, tiene que ser una razón poderosa, un motivo para comenzar ahora.
Ponte manos a la obra y hazlo. Deja de pensar en todas las maneras en que podrías fracasar.
Sigue adelante incluso cuando sea difícil, incluso cuando la pérdida de grasa se estanque, incluso cuando parezca lenta. Si fallas un día, simplemente vuelve a la carga mañana.
Prométete que, sin importar cuánto tiempo tarde, continuarás.
Acepta que se vaya rápido o lento. El tiempo no importa. El progreso gradual sí.
Ponle ganas y mancuernas a tu vida.
Sobre tus «malos» entrenamientos
Lo de los paseos en coche suena muy romántico pero lo que te lleva a conseguir tus objetivos de recomposición corporal es salir del espiral del todo o nada.
En el arte de lidiar y criar tendrás días y momentos realmente agotadores, en los que vas de cabeza en una carrera contra el tiempo.
Te dirás a ti misma que si no puedes hacer los 60 minutos que dura la rutina, con la fase excéntrica (cuando bajas el peso) del ejercicio en dos segundo, entonces para qué. Mejor esperar a que mi bebé haga la siesta completa.
Se lo llevé el papá de paseo.
Cuando venga mi amiga y lo entretenga.
No rompas la cadena porque esos entrenamientos que no son perfectos te permiten mantener las ganancias y beneficios que has acumulado gracias a los entrenos previos que has realizado al dedillo.
Si tienes la sensación de que no puedes hacer el entreno a la perfección, hazlo imperfecto, pero no dejes de hacerlo.
Con solo hacer algo, no estás agregando un cero a la ecuación. Todo suma y moverse no es negociable a la hora de ganar fuerza y salud.
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- Si asumes que sin máquinas de gimnasio de última generación estás acabada.
Te quiero demostrar que con 45 a 60 minutos al día, será suficiente para conseguir aumentar tu masa muscular y reducir tu porcentaje de grasa aun comiendo como se merece una hembra de la especie: abundante y suficiente.